martes, 24 de mayo de 2011

LA HISTORIA DE HUATIACURI II (ADAPTACION)

Cuando el esposo de la hija mayor de Tamtañamca se enteró de esto, desafió a Huatiacuri para vencerlo y cubrirlo de vergüenza. Lo retó de la siguiente manera: “Vamos a competir en distintas pruebas. ¿Cómo un miserable como tú se atrevió a casar con la cuñada de un hombre tan poderoso como yo? ¡Mereces morir!
Huatiacuri aceptó el reto y fue a contarle a su padre Pariacaca (que como hemos dicho era una huaca importante) todo lo sucedido.
                    Muy bien -dijo Pariacaca- cualquier cosa que te proponga, ven enseguida y cuéntamela que yo te aconsejaré.
La primera prueba consistía en probar la resistencia de ambos hombres bailando y bebiendo. Pariacaca aconsejó a su hijo de la siguiente manera:
                    Anda a la otra montaña, transfórmate en alpaca y échate fingiendo estar muerto. Muy temprano por la mañana vendrá un zorro que traerá chicha en un poronguito, su tambor y antara. Cuando te encuentre, creyendo que estás muerto te comerá. Pero antes que hagan esto, conviértete de nuevo en hombre y grita con todas tus fuerzas, él se asustará tanto que saldrá huyendo olvidando sus cosas. Con ellas tu asistirás a la competencia.
Al comenzar la competencia, el hombre rico fue el primero en bailar, aproximadamente doscientas mujeres bailaron para él. Cuando le tocó el turno a Huatiacuri, entró solo con su esposa a bailar. Tocaron el tambor que le había robado al zorro pero apenas empezaron, la tierra empezó a temblar. Así ganó en baile.
Ahora tocaba beber. Huatiacuri y su esposa se sentaron en el lugar de honor y todos los hombres presentes se fueron acercando para servirles un poco de chicha. Uno tras otro sin dejarlos respirar. Cuando le tocó a él servirles chicha a todos los presentes, Huatiacuri sacó el poronguito del zorro. Todos se echaron a reír y se burlaron diciendo que era muy pequeño para saciar a tanta gente. Pero apenas les fue sirviendo, uno a uno fueron cayendo sin sentido. Así salió vencedor de la prueba.
Al día siguiente el hombre poderoso lo retó nuevamente. Esta vez debían vestirse con las más finas ropas. Nuevamente Huatiacuri fue a consultar con su padre, quien le dio un traje de nieve. Así venció a su rival deslumbrándolos a todos. Ahora el hombre rico y poderoso quiso competir construyendo una casa grande. Huatiacuri colocó solo los cimientos y pasó el resto del día paseando con su mujer. Sin embargo, durante la noche, todas las aves y serpientes del mundo fueron y construyeron la casa. A la mañana siguiente la casa estaba terminada y el hombre rico y poderoso se asustó mucho.
Desafió a Huatiacuri a una nueva competencia. Esta vez habían de techar las casas.  Todos los huanacos y vicuñas traían paja para el techo del hombre rico. Huatiacuri contrató un gato montes que las asustó. De este modo ganó nuevamente.
Siguiendo los consejos de su padre, Huatiacuri dijo al hombre rico:
                    Yo he aceptado todos tus desafíos y en todos te he vencido, ahora te toca a ti aceptar los desafíos que proponga yo. Ahora vamos a bailar vestidos con una cusma azul y huara de algodón blanco.
El hombre rico empezó a bailar, como siempre acostumbraba hacer. De pronto, Huatiacuri entró gritando y corriendo. El hombre rico se convirtió en venado, escapándose al monte. Su esposa corrió detrás de él. Huatiacuri la persiguió. La alcanzó y al tocar su hombro se convirtió en piedra.
Este fue el fin del hombre rico y poderoso y el de su esposa, la hija mayor de Tamtañamca.

Piensa y luego completa las oraciones:
1. El esposo de la hija de Tamtañamca desafió a Huatiacuri porque …
2. Huatiacuri aceptó el reto porque …
3. La tierra tembló porque …
4. Huatiacuri desafió al esposo de la hija de Tamtañamca porque …


LA PANTORRILLA DEL COMANDANTE (ADAPTACIÓN)

I
FRAGMENTO DE LA CARTA DEL TERCER JEFE DEL “IMPERIAL ALEJANDRO” AL SEGUNDO COMANDANTE DEL BATALLÓN “GERONA”
MI querido paisano y compañero, aprovecho la oportunidad que el capitán don Pedro Uriondo va, llevando cartas del virrey para el general Valdés, para escribirte.
Uriondo es el malagüeño más entretenido que madre andaluza ha echado al mundo. Te lo recomiendo muchísimo. Tiene la manía de proponer apuestas por todo y lo particular es que siempre las gana. Por Dios, hermano, no vayas a incurrir en la debilidad de aceptarle apuesta alguna y prevén a tus amigos sobre este asuntillo.  Uriondo se jacta de que jamás ha perdido apuesta y dice la verdad. Con que, abre el ojo y no te dejes atrapar…
Siempre tuyo
                                                                                  Juan  Echerry
II
CARTA DEL SEGUNDO COMANDANTE DEL BATALLÓN “GERONA” A SU AMIGO DEL “IMPERIAL ALEJANDRO”
                                                                                                                  Sama, 28 de diciembre de 1822
Mi inolvidable amigo y pariente: Te escribo sobre un tambor, en momentos de alistarse el batallón para emprender marcha a Tacna, donde tengo por seguro que vamos a copar al gaucho Martinez, antes de que se junte con las tropas de Alvarado. El diablo se va a llevar de esta tierra a los insurgentes patriotas, ya es tiempo de que cargue Satanás con lo suyo y de que los galones de coronel luzcan sobre los hombros de este tu invariable amigo.
Te doy las gracias por haberme proporcionado la amistad del capitán Uriondo. Es un muchacho que vale en oro lo que pesa  y en los pocos días que lo hemos tenido en el cuartel general ha caído en simpatía a toda la oficialidad. ¡Y lo bien que canta el diantre de mozo! ¡Y vaya si sabe hacer hablar a las cuerdas de una guitarra!
Mañana saldrá de regreso para el Cusco con comunicaciones del general Valdés para el virrey.
Siento decirte que sus laureles como ganador de apuestas van marchitos. Sostuvo esta mañana que la leve cojera que tengo dependía, no del balazo que me plantaron en el Alto Perú, sino de un lunar grueso como un grano de arroz, que según él afirmaba como si me lo hubiera visto y palpado, debía yo tener en la parte baja de la pierna izquierda. Agregó, con gran aplomo, que ese lunar era cabeza de vena y que con el paso del tiempo, si no me lo hacía quemar con piedra infernal, me sobrevendrían ataques mortales al corazón.  Yo, que conozco cada palmo de mi cuerpo y que no soy lunarejo, solté una gran carcajada. Uriondo se picó un tanto y apostó seis onzas a que me convencía de la existencia del lunar. Aceptar la apuesta equivalía a robarle la plata y me negué; pero insistiendo él tercamente en su afirmación, varios soldados me convencieron para que la aceptara.
Ponte en mi caso. ¿Qué habrías tú hecho? Lo que yo hice, por supuesto: enseñar la pierna, desnuda, para que todos vieran  que en ella no había ni sombra de lunar. Uriondo se puso más rojo que camarón sancochado y tuvo que confesar que se había equivocado… ¡Y me pasó las seis onzas!
Contra tu consejo, tuve la debilidad (que de tal la calificaste) de aceptarle una apuesta a tu desventurado malagüeño, quedándome, más que el provecho de las seis onzas, la gloria de haber sido el primero en vencer al que tú considerabas invencible.
Tocan en este momento llamada de tropa. Dios te guarde de una bala traidora y a mi… Lo mismo.
                                                                                                        Domingo Echizarraga 
III
CARTA DEL TERCER JEFE DEL “IMPERIAL ALEJANDRO” AL SEGUNDO COMANDANTE DEL “GERONA”
Compañero: Me fundiste.
El capitán Uriondo había apostado conmigo treinta onzas a que te hacía enseñar la pantorrilla el día de los inocentes.
Desde ayer hay, por culpa tuya, treinta onzas de menos en el bolsillo de tu amigo,que te perdona el candor y te absuelve de la desobediencia al consejo.
                                                                                                          Juan Echerry


lunes, 16 de mayo de 2011

LA HISTORIA DE HUATIACURI

Los hombres que vivían en aquellos tiempos no hacían otra cosa que guerrear y luchar entre sí y reconocían a los más fuertes y valientes como jefes.
Había un hombre llamado Tamtañamca, que era un poderoso y gran señor. Su casa estaba cubierta de alas  de pájaro de plumas rojas y amarillas. Cuando la gente supo de su poder y virtud, llegaron de todas partes para honrarlo y venerarlo. Él fingiendo ser un gran sabio vivía engañando a la gente. Este hombre contrajo una enfermedad muy grave, pasó mucho tiempo y la gente se preguntaba cómo era posible que un sabio tan capaz estuviese enfermo. Tamtañamca llamó a todos los sabios posibles para que lo sanaran pero ninguno supo dar con la enfermedad que lo aquejaba.
Un hombre llamado Huatiacuri (que era hijo de la huaca Pariacaca) venía desde el mar y se quedó dormido en las faldas de un cerro llamado Latausaco. Mientras dormía escuchó la siguiente conversación entre un zorro que subía y otro que bajaba.
- Hermano -dijo el zorro que subía- ¿cómo está la situación arriba?
- Lo que está bien, está bien- contestó el otro zorro y agregó- Aunque un señor que finge ser un dios y gran sabio está enfermo. Por ello todos los adivinos tratan de dar con el origen de tan extraño mal.
- ¿Y cómo fue que se contagió con ese mal?
- Su esposa ha mentido. Por esa culpa hay dos serpientes que viven sobre la casa y están comiendo su espíritu. Hay también un sapo de dos cabezas que vive bajo su batán. Y nadie sospecha que estos son quienes enferman a Tamtañamca.
Huatiacuri al terminar de escuchar la conversación entre los dos zorros se levantó para ir hasta el pueblo del señor enfermo. Cuando estaba cerca le preguntó a todos si hubiese alguien en la comunidad que estuviese enfermo. La hija menor de Tamtañamca le respondió que su padre.
Huatiacuri le dijo que si se casaba con ella, él iba a sanar a su padre. Ella no le respondió enseguida sino que fue a contarle a su padre que un hombre pobre podría sanarlo. Los sabios que estaban allí, cuando escucharon sus palabras, se echaron a reír pensado: “Si nosotros siendo grandes sabios no hemos podido sanarlo, un pobre hombre tampoco lo hará.”
A pesar de la burla de los sabios, Tamtañamca mandó llamar a Huatiacuri.
- Si deseas voy a curarte pero a cambio me tienes que dar a tu hija en matrimonio- le dijo
El otro muy contento aceptó. El esposo de la hija mayor de Tamtañamca, al oír eso, se puso furioso: “¡Cómo podré aceptar que la cuñada de un hombre tan poderoso como yo se case con semejante pobre!
Huatiacuri dijo:
- Tu mujer te ha mentido. Su culpa te ha hecho enfermar . En el techo de tu casa hay dos serpientes que te están comiendo. También hay un sapo de dos cabezas dabajo de tu batán. Tenemos que matarlos a todos para que te cures. En cuanto a ti, tú no eres un auténtico dios, porque si lo fueras no te habrías enfermado de esta manera.
Al terminar de oír esto Tamtañamca se asustó. En cambio su mujer gritó:
- ¡Yo no soy ninguna mentirosa! ¡Este miserable me insultó sin motivo alguno!
 Pero como el enfermo tenía muchas ganas de curarse, mando que Huatiacuri haga lo que sea  necesario. Entonces sacaron a las dos serpientes y las mataron. Tamtañamca supo que Huatiacuri decía la verdad y a la mujer no le quedó más remedio que reconocer su falta. Luego levantaron el batán y el sapo de dos cabezas salió volando con rumbo con rumbo desconocido. El enfermo sanó completamente y conforme a lo acordado entregó a su hija menor para casarse con Huatiacuri. Entonces, el esposo de la hija mayor desafió a Huatiacuri para vencerlo y cubrirlo de vergüenza. 
(Adaptación)
                                                                                                                            CONTINUARÁ...                 
Responde:


1. ¿Si tú hubieras creido que Tamtañamca era un dios, ¿qué deseo le habrías pedido?
2. ¿Por qué si Tamtañamca era un dios vivía en la Tierra?
3. ¿Cómo habrías tú comprobado que Tamtañamca era un gran sabio? Explica tu respuesta.
4. ¿Qué te parece la actitud de la esposa  de Tamtañamca de no reconocer su error? 
5. ¿Cuál es tu actitud cuando cometes una error?

EL PADRE PATA

Cuando el general San Martín desembarcó en Pisco con el ejército libertador no faltaron ministros del Señor que, como el obispo Rangel,
predicasen atrocidades contra la causa libertadora y sus caudillos.


Desempeñando interinamente el curato de Chancay estaba el franciscano fray Matías Zapata que era un español de primera agua, el cual después de la misa dominical, se dirigía a los feligreses exhortándolos con calor para que se mantuviesen fieles a la causa del rey, nuestro amo y señor.
Refiriéndose al generalísimo, lo menos malo que contra él predicaba era lo siguiente:
“Carísimos hermanos: Deben saber que el nombre de ese pícaro insurgente de San Martín es por sí solo una blasfemia, y que está en pecado mortal todo el que lo pronuncie. ¿Qué tiene de santo ese hombre malvado? ¿Llamarse San Martín ese sinvergüenza, con agravio del caritativo santo San Martín de Tours, que dividió su capa entre los pobres? Que se conforme con llamarse sencillamente Martín  y le estará bien por lo que tiene de semejante con el pérfido hereje Martín Lutero, y porque como éste, tiene que arder en los profundos infiernos. Deben saber, hermanos y oyentes míos, que declaro excomulgado a todo el que gritare ¡viva San Martín!, que es los mismo que burlarse impíamente de la santidad que Dios da a los buenos”.
No pasaron muchos domingos que el generalísimo trasladara su ejército al norte y sin que las fuerzas patriotas ocuparan Huacho y Chancay. Entre los prisioneros españoles se encontraba fray Matías Zapata que fue conducido ante el excomulgado caudillo.
-      - Con que, señor mío –le dijo San Martín- ¿es cierto que me ha comparado con Lutero y que le ha quitado una sílaba a mi apellido?
  Al infeliz le entró temblor de nervios y apenas si pudo susurrar la excusa de que había cumplido órdenes de sus superiores. Añadió que estaba dispuesto a predicar devolviéndole a su señoría la sílaba quitada.
-   - No me devuelva usted nada –dijo el general- pero sepa que yo, en castigo de su insolencia, le quito también la primera sílaba de su apellido y entienda que lo fusilo sin misericordia el día que se ocurra firmar Zapata. Desde hoy no es usted más que el padre Pata, y téngalo muy presente, padre Pata.